Árbol

Paseaba sin mirar, sus ojos nublados por pensamientos grises acompañaban las nubes que se mecían unas con otras en el cielo azul invisible. Se paró, notó algo en el pie derecho, dentro en la zapatilla de tela, duro, sí era algo duro que le molestaba al caminar. Se inclinó, al mismo tiempo que subía su pie para descalzar, perdió el equilibrio, casi se cae, gracias a un pequeño árbol que le esperaba impasible a su izquierda, su mano con un movimiento instintivo se apoyó en él.

La zapatilla junto a su incomodidad desaparecieron, sus ojos fueron guiados hacia la mano que fue hacia el árbol y éste impasible la aceptó. Miró hacia arriba y vio que había unas pequeñas flores,  y unas hojas por aquí y por allá. No era un árbol frondoso, no, pero sí era un árbol que le llamaba la atención. Tenía lo que suelen tener todos los árboles vivos, un tronco, ramas, hojas, a veces flores, pero este llamaba la atención por algo más.

Apartó la mano de su tronco, y se alejó unos metros para poder verlo con perspectiva, justo en ese momento un par de nubes decidieron separarse y dejar pasar lo que había estado oculto a sus ojos, la luz del tímido sol pasó por entre las ramas del árbol admirado, se hicieron uno, árbol y humano, humano y árbol. No había más que hacer en ese lugar, el árbol estaba allí y allí seguiría, pero y ¿él? ¿tendría que seguir allí?.

Sí y no, eso fue lo que sintió, el árbol con sus pocas ramas, sus pocas flores, su pocas hojas, le comunicó que lo importante es estar bien con uno mismo, estés donde estés, seas como seas, los ojos que te miran te mirarán desde sus propios ojos, y así se te dará el valor. Eso no es lo importante, lo importante es ser TÚ.