– Oye, una pregunta ¿a ti qué es lo que te importa realmente?
-No entiendo la pregunta, ¿ qué quieres decir?
-Que si piensas en lo importante, no sé… si te sientes bien con tu vida… esas cosas.
-Hombre, pues depende.
-¿De qué depende?.
-De la circunstancias personales.
-Sí claro, es cierto, pero me he dado cuenta que esas circunstancias personales nos las saltamos, es decir, que no las vemos en el otro, y sólo las vemos en nosotros. Nuestras circunstancias personales y eso amigo va a misa, ahí no hay vuelta de hoja.
-Estoy de acuerdo, al final lo que realmente nos importa es cómo estamos nosotros, yo, y el tu… no lo vemos.
-¡Ves!, justo es eso lo que te preguntaba, ¿ qué es lo que realmente te importa?.
-Visto así, lo que realmente importa soy yo.
-El tu ¿ dónde está ?
-En nuestra espalda, no lo vemos
-Ya, pero no verlo, no quiere decir que no exista.
-Están unidos.
-Exactamente. Todo este dilema me lleva a pensar en una frase que oí el otro día que dice así “El placer es sentir lo acabado”.
-¡Madre mía!, eso lo dejamos para otro día ¿vale?
-De acuerdo, me voy que tengo prisa. ¡Hasta pronto!
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