Mientras pienso en los cambios que quiero hacer en mi blog, aparece un correo en mi cuenta, invitándome a participar en una plataforma de arte online.
¿Cuál fue mi primera reacción? Leer de nuevo el correo porque pensé que se habían equivocado de persona. Esto es una reacción típica de mí. Poca fe en mi obra. Después de constatar que era a mí a quién se dirigían, decidí contestar.
Para no contar todo el proceso, resumo que mi hijo el mayor me advirtió sobre este tipo de correos. Así que toda esa emoción del principio le siguió una bajada de entusiasmo.
Y bueno, ¿para qué cuento esto? por dos cuestiones.
Primera cuestión: Cree en tu trabajo, cree en lo que haces, cree en tu creatividad (te lo digo a ti también, no solo a mí) no esperes que alguien te diga que tu obra es buena, a ver a todos nos gusta que nuestro trabajo se valore, y que de vez en cuando nos feliciten por ello, esto no lo vamos a negar, pero esto ha de ser un añadido y no lo fundamental.
Segunda cuestión: No esperes nada de nada, ni de nadie. Céntrate en ti, en tu trabajo, en tu día a día, sin esperar ninguna recompensa, esta llegará cuando menos la esperes, es así, es una ley universal a la que nunca se la toma en cuenta. ¿Cuántas veces estamos haciendo, creando, y nuestra mente está como la niña del cuento de la lechera?
No voy a contar el cuento ahora, pienso que todo el mundo lo sabe, y si no es así, busca “El cuento de la lechera” y entenderás por qué lo pongo como ejemplo. Es decir, nos adelantamos a los resultados antes de que estén realizados, error.
Ayer no escribí, ¿por qué? porque no me apetecía, porque pensé, ¿para qué escribo si no sé si me leen? y ahí otra vez me pillo, no hago porque me anticipo al resultado y me olvido del mientras tanto. Me olvido que me encanta escribir, dejar libre mi mente y escribir lo que siento, me abro, abro mi corazón y lo comparto ¿con quién? no lo sé, pero me imagino que alguien me lee o me leerá.
¡Cuánto me queda por aprender Dios mío!
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