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Tolstói

23 de septiembre de 2024

Hace mucho que no escribo, es decir, que no escribo por aquí. Hoy me he animado porque quiero compartir mis reflexiones con respecto a lo leído anoche.

Este mes de septiembre podría denominarlo como el mes de Tostói, al menos para mí. Estoy leyendo “Anna Karénina” y “Resurrección”.

“Anna Karénina” es la lectura de la noche y “Resurrección” la del día. Cuento esto porque anoche leí un párrafo en el que el autor hace referencia al mundo del arte en aquella época y, con su reflexión me di cuenta que no hemos cambiado mucho.

“Visitar los estudios de los pintores contemporáneos con el único propósito de poder decir que el arte ha decaído y que, cuanto más conoce uno a los artistas nuevos, más se da cuenta de la incomparable grandeza de los maestros antiguos”

No soy yo la que ha de calificarme como artista, pero sí he de asumir que la técnica que utilizo con el bordado es muy distinta a cómo se utilizaba en el pasado. Tostói muestra un hecho que a día de hoy está vigente. No es que el arte haya decaído, lo que sí es evidente que el arte no llega a todo el mundo, es decir, que no todo el mundo le da el valor que se merece.

Puede ser que sea un “mal” que persigue a través de los tiempos a todo aquél que tenga como propósito de vida dedicar su tiempo a crear arte, sea a través de la pintura, la escritura, la música o simplemente crear y dar vida a algo, sea físico o intangible.

El arte es un misterio, sale de la fuente, no hay nada inventado, todo está ahí para que cada uno de nosotros lo tomemos, está como a la espera de ser recogido para que sea revelado.

El bordado, junto con los hilos, crea formas, con sus luces y sus sombras, no es comparable a la grandeza de los maestros antiguos, pero como todo en la vida, la evolución, sea en el campo que sea, es necesaria. Los cambios son necesarios para crecer y observar, el valor de lo antiguo creado, por supuesto que ha de ocupar un lugar privilegiado en el lugar que se merece.

El arte contemporáneo, sea la técnica que sea utilizada, también ha de ocupar su lugar, porque no sabemos qué ojos futuros lo reconocerán como “la grandeza de los maestros antiguos”.